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El escenario global para el 2023 se ha seguido deteriorando

Vittorio Corbo.

El escenario global para el 2023 se ha seguido deteriorando

«Para un país pequeño como Chile es una mala noticia también que la globalización se ha estado fracturando por los conflictos crecientes de occidente con Rusia y China. Chile enfrenta este delicado entorno global en condiciones poco auspiciosas”

La reciente publicación del Informe de Perspectivas de la Economía Global del FMI permite dar otra mirada al deterioro que ha estado experimentando la economía global desde comienzos de año. Este escenario es muy poco auspicioso para la economía chilena en términos de perspectivas de precios y volúmenes de nuestras exportaciones —debido a la pronunciada apreciación internacional del dólar y a la desaceleración global—, mayores presiones inflacionarias, alto costo de financiamiento externo y alta incertidumbre.

El FMI revisó a la baja sus proyecciones de crecimiento global del 2022 y 2023, y al alza las de inflación para ambos años, con respecto a lo proyectado en julio pasado. Estos cambios los atribuye a los efectos de tres grandes shocks que han ocurrido durante este año: (1) la invasión rusa a Ucrania; (2) un alza de la inflación global más pronunciada de lo esperado, lo que ha derivado en importantes incrementos de las tasas de política monetaria en países avanzados y emergentes; y (3) la brusca desaceleración de China.

Al panorama descrito por el FMI habría que agregar que estos shocks golpearon a los principales países avanzados y algunos emergentes cuando estos tenían sus economías sobrecalentadas, como resultado de los programas fiscales, monetarios y crediticios introducidos durante la pandemia. Este fue el caso chileno también, reforzado además por el retiro de fondos de pensiones equivalentes al 20% del PIB. Estos estímulos le dieron un gran impulso a la demanda agregada de estos países, que se volcó principalmente a la compra de bienes, dada la suspensión de la oferta de muchos servicios presenciales, especialmente turismo, hoteles y restaurantes. Esto se tradujo en alzas de la inflación que, en sus etapas iniciales, fueron consideradas como transitorias por los bancos centrales. Se proyectaba que los problemas de oferta se disiparían a medida que se normalizaran las cadenas de suministro. El shock de precios de alimentos y combustibles a que dio lugar la invasión rusa, los nuevos confinamientos de China y las restricciones que ha impuesto Rusia a las exportaciones de gas natural a Europa terminaron extendiendo los problemas de las cadenas de suministro y dificultando la reducción de la inflación. Esto ocurre cuando los mercados laborales siguen estrechos producto de una lenta recuperación de la oferta de trabajo con respecto al período precovid-19.

De este modo, mercados laborales estrechos y alta inflación amenazan con aumentar la persistencia de las altas tasas de inflación y, como consecuencia, desanclar sus expectativas. Frente a este nuevo escenario, los bancos centrales han estado recurriendo a políticas monetarias más restrictivas, especialmente la Fed, lo que ha redundado en una gran apreciación del dólar y un deterioro de las condiciones financieras globales, especialmente las que enfrentan los países emergentes y en desarrollo. La apreciación del dólar se suma a los aumentos en los precios de bienes primarios, combustibles y energía, presionando a la inflación mundial.

Como resultado de estos eventos, el FMI revisó a la baja en forma importante sus proyecciones de crecimiento para el 2022 y 2023, publicadas en enero y julio pasado. Las principales revisiones con respecto a las de enero pasado —antes de estos shocks— han sido para Estados Unidos, la Zona Euro (ZE) y China. Para Estados Unidos redujo la proyección de crecimiento para el 2023 del 2,6% a un 1,0%. En el caso de la ZE, la redujo del 2,5% a solo un 0,5%, con una recesión en Alemania y una muy probable recesión en toda la región. En el caso de China, que representa el 20% del PIB mundial, redujo su proyección del 5,2% al 4,4%, como consecuencia de sus continuos confinamientos —derivados de su estrategia de tolerancia cero a los contagios de covid-19 y sus bajos índices de vacunación de los adultos mayores—, y de la profundización de la crisis inmobiliaria. Como resultado, el FMI redujo la proyección de crecimiento global del 2023 del 3,8% que proyectaba en enero pasado a solo un 2,7%. Con respecto a sus proyecciones de julio pasado, los principales recortes son para la ZE, China y A. Latina.

En cuanto a riesgos de estas proyecciones, el informe del FMI identifica tres riesgos principales: (1) la evolución e impacto de la invasión rusa a Ucrania; (2) las alzas de tasas que terminen introduciendo la Fed y el BCE que, en su intento por controlar la inflación, pueden resultar insuficientes o excesivas; y (3) la evolución de la pandemia. La materialización de cualquiera de estos riesgos afectará negativamente las proyecciones de crecimiento global. Para un país pequeño como Chile es una mala noticia también que la globalización se ha estado fracturando por los conflictos crecientes de occidente con Rusia y China.

Chile enfrenta este delicado entorno global en condiciones poco auspiciosas: (1) una economía interna en pleno ajuste para corregir la sobre expansión del 2021, que terminó generando una inflación alta y creciente, un pronunciado déficit en cuenta corriente y un gran deterioro de las cuentas fiscales.; (2) un deterioro en el Estado de derecho, un aumento de la delincuencia y el terrorismo, y una mayor incertidumbre institucional, en particular, en políticas públicas que afectan la inversión; y (3) una baja tasa de crecimiento tendencial, que ha bajado significativamente en la última década como resultado de las bajas tasas de inversión en capital físico y humano y el casi nulo crecimiento de la productividad.

En este contexto, la prioridad para Chile debiera ser completar el trabajo de control de la inflación. En este ámbito, el Banco Central ha estado haciendo su trabajo, como también la política fiscal, con el severo ajuste del gasto de este año y con el presupuesto del 2023. El reto hacia adelante es mantener la disciplina fiscal.

Para aumentar la capacidad de crecimiento se hace urgente mejorar el ambiente de inversión y acometer reformas para elevar las tasas de expansión de la productividad. Una serie de estudios de los últimos 10 años, incluyendo los de la Comisión Nacional de Productividad, han hecho recomendaciones en productividad. Una gran parte de estas están incorporadas en el estudio reciente de la economía chilena elaborado por la OCDE, entre las cuales se destacan las siguientes: revisar las regulaciones y procedimientos de otorgamiento de permisos que obstaculizan el espíritu empresarial y la competencia (permisos municipales y medioambientales, notarías); reducir barreras a la competencia en el cabotaje marítimo, compras públicas y trámites aduaneros; mejorar la calidad de la educación pública para avanzar en innovación y, de paso, mejorar la distribución del ingreso; y fortalecer la capacidad de la Fiscalía Nacional Económica para investigar las condiciones de competencia en un grupo más amplio de mercados, etc. Por último, tanto para expandir la productividad y la competencia como para proteger nuestro acceso a los mercados internacionales, es urgente avanzar en la implementación del TPP11 ahora que ya fue aprobado por el Congreso.