El intercambio comercial es el mejor camino para mejorar el acceso a bienes importables que, de otra forma, habría que producirlos internamente en escalas más reducidas, a costos más altos y no siempre de la misma calidad.
Es una muy buena noticia para Chile que el Gobierno haya anunciado que reactivará la ratificación del TPP-11 porque una de las causas principales del progreso de Chile del período 1985-2013 es la apertura de la economía, junto con los avances en estabilidad macroeconómica, apoyados por un banco central autónomo y una política fiscal responsable.
Para una economía pequeña como la chilena, la apertura promueve la competencia en los sectores que producen bienes y servicios que compiten con importaciones. Al ampliar el tamaño del mercado, la apertura permite beneficiarse de economías de escala en la producción de exportables, acceder a insumos y bienes de consumo y de capital de mayor variedad y a menores precios, y facilitar la incorporación de nuevas ideas, contribuyendo, en el proceso, a aumentar la productividad, un determinante fundamental del crecimiento.
El intercambio comercial es el mejor camino para mejorar el acceso a bienes importables que, de otra forma, habría que producirlos internamente en escalas más reducidas, a costos más altos y no siempre de la misma calidad. Estas son las ventajas comparativas que nos enseñó el gran economista inglés David Ricardo hace dos siglos.
Con la transición a la democracia, Chile decidió acelerar la inserción a la economía global con una rebaja unilateral de aranceles al comienzo del gobierno del presidente Aylwin. Con el lento progreso de las negociaciones multilaterales en las rondas del GATT primero y de la OMC más adelante, Chile avanzó fijando la apertura comercial como política de Estado, lo que han compartido todos los gobiernos que le sucedieron. Estos avances implicaron la firma de una serie de acuerdos comerciales a partir de la década del 90, destacando el que Chile firmó con EE.UU. el año 2003. Como resultado, hasta ahora, nuestro país ha firmado 30 tratados bilaterales y plurilaterales con 65 países que representan el 83% del PIB mundial.
A comienzos de la década del 2000, Chile comenzó a explorar oportunidades en la región del Asia-Pacífico, dado el alto dinamismo de este mercado. En 2006 entró en vigor el acuerdo de libre comercio P4 (Pacific 4), con Brunéi, Singapur y Nueva Zelandia.
Desde un comienzo existió la idea de ampliar este acuerdo a otros países, lo que dio más tarde origen al Tratado de Asociación Transpacífico (TPP). Ocho países —Australia, Brunéi, Chile, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y EE.UU. y con Vietnam participando como un miembro asociado— comenzaron las negociaciones en Australia en marzo del 2010. Posteriormente, negociaron su ingreso Malasia, Canadá, México y Japón. Las negociaciones no fueron fáciles y después de 19 rondas se llegó a un acuerdo final, el que se alcanzó en octubre de 2015 y se firmó en febrero de 2016.
El TPP es un acuerdo amplio de libre comercio que incluye, entre otros, comercio en bienes y servicios, reglas de origen, medidas comerciales correctivas, barreras técnicas al comercio, políticas de competencia, propiedad intelectual, inversiones, movilidad de la mano de obra, compras gubernamentales, cooperación económica y mecanismos de solución de controversias. Pero eso no es todo. Incluye, además, temas de vanguardia en materias medioambientales, derechos laborales, transparencia y medidas anticorrupción. Sin embargo, los EE.UU., en un quiebre con su política comercial de la posguerra, se retiró del acuerdo a inicios del gobierno de Trump, quien había enarbolado en su campaña la bandera proteccionista que siguió con fuerza durante su administración.
En estas circunstancias, la presidenta Bachelet, manteniendo una política de Estado que le ha sido muy beneficiosa a Chile, impulsó una campaña para que los 11 países restantes firmaran el acuerdo. Esa gestión culminó exitosamente en Santiago en marzo de 2018 con su firma, junto a autoridades de los otros 10 países firmantes, dando origen al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPPT), conocido también como TPP-11. Lamentablemente, la ratificación de este tratado por el Congreso de Chile sigue pendiente. Fue aprobado por la Cámara de Diputados en abril de 2019, pero aún no lo ha hecho el Senado.
Cabe destacar que este es el cuarto tratado de integración más grande del mundo, después del tratado de Asociación Regional Económica Integral (RCEP por sus siglas en inglés) que lideró China y se firmó el 2020, después de 10 años de negociaciones. Este tratado fue firmado por Filipinas, Malasia, Indonesia, Singapur, Tailandia, Brunéi, Vietnam, Laos, Birmania, Camboya, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia. Otros tratados más grandes que el TPP-11 son la Usmca entre EE.UU., Canadá y México, y el de la Unión Europea.
La ratificación del TPP-11 le permitirá a Chile aumentar el mercado para sus exportaciones en condiciones más favorables que países que no son miembros. A la vez, evitará dejar nuestras exportaciones en desventaja en este mercado frente a otros países miembros que ya lo ratificaron. Los únicos países del acuerdo que todavía no lo han ratificado son Brunéi, Chile y Malasia. Más aún, para nuestro país, su ratificación se ha hecho más urgente dada la reciente creación del RCEP —del cual Chile no es parte— y el aumento del proteccionismo en el mundo en los últimos años, que siempre termina penalizando más a países pequeños y altamente integrados al mundo como es Chile.
En efecto, el proteccionismo de EE.UU., iniciado por el gobierno de Trump y que se ha mantenido por el gobierno de Biden; la guerra comercial entre China y EE.UU., y las restricciones comerciales que han seguido a la pandemia del covid y a la invasión rusa de Ucrania están resultando en restricciones importantes al libre comercio. Estos eventos hacen cada vez más difícil avanzar en reducir barreras globales al intercambio de bienes, servicios e inversiones, haciendo urgente para un país pequeño como Chile aprovechar las oportunidades de acceso de nuestras exportaciones a mercados externos de gran dinamismo, como lo es el Asia Pacífico. En paralelo, el interés mostrado recientemente por China, principal mercado de destino de nuestras exportaciones; el Reino Unido, Corea del Sur y Uruguay por ingresar al pacto hace aún más importante acelerar la ratificación del Congreso chileno. Las críticas que se han levantado a este acuerdo fueron ampliamente aclaradas en la discusión que tuvo lugar durante su aprobación en la Cámara de Diputados. Creo que ha llegado el momento de ratificar el TPP-11 por el bien del país.