- Durante el debate respecto de los cambios en las pruebas de admisión a las universidades en los años 2001 y 2002 era habitual escuchar que ellos eran una oportunidad para avanzar en equidad en el proceso de selección a la universidad. Se argumentaba que una prueba que descansase más en el currículum, como la que se pretendía introducir, ofrecía mejores posibilidades de reducir las brechas entre estudiantes de mayor y menor nivel socioeconómico. Ello porque el currículum era algo común a todos los establecimientos educativos del país. Esto no parece haber ocurrido y más bien se ha avanzado en la dirección contraria.
- Por cierto, una prueba de admisiones a las universidades no puede remediar las diferencias que se pueden haber generado a lo largo de la vida escolar y no escolar de un joven. Nadie pretende afirmar que las diferencias de aprendizaje y de habilidades, que se van moldeando desde muy temprano en la vida de niños y jóvenes, van a diluirse con una u otra prueba. El peso del capital cultural, social y económico de las familias es significativo en la determinación de los desempeños educativos de los niños y jóvenes en pruebas estandarizadas como el SIMCE, la PAA o la PSU. Pero por esta misma razón, importa tanto si las políticas educativas contribuyen a atenuar o a incrementar estas diferencias. Tratar de suprimir el debate al respecto insistiendo en la relación indicada es la mejor manera de seguir aumentando esas diferencias.
- Las brechas de desempeño entre egresados de colegios particulares pagados y liceos municipales han aumentado de manera importante desde que se introdujo la PSU. Es cierto que ha cambiado también la composición social de los egresados de estos dos tipos de establecimientos, pero la corrección de ese hecho, no hace desaparecer las diferencias de puntaje entre los jóvenes de una u otra institución.
- Ello ocurre porque la prueba no es neutral desde el punto de vista social. Así, por ejemplo, los jóvenes cuya madre tiene educación universitaria ven ampliadas las diferencias de puntaje que los separan de jóvenes cuyas madres tienen educación media completa o menos. También los jóvenes cuyo padre es profesional ve ampliada las diferencias relativas de puntaje respecto de jóvenes cuyos padres son empleados, obreros calificados y obreros no calificados.
- Pero también los grupos con mayor capital económico y cultural son los que más ven aumentada su presencia en los tramos superiores de la PSU. Todo ello comparado con la época en que se rendía la PAA. Es decir, la nueva prueba parece haber aumentado el peso de dicho capital en la determinación de los desempeños. En un país que cuesta tanto avanzar en equidad, el cambio en la prueba fue un hecho desafortunado y poco comprensible dado lo innecesario del mismo.