N° 470, noviembre 2017
Puntos de Referencia
Economía
Política

¿Por qué cayó el crecimiento en Chile?

Raphael Bergoeing Vela.

Los últimos cuatro años en Chile han sido, desde la macroeconomía, anómalos: el crecimiento promedio alcanzará a 1,8%, la cifras más baja para un cuatrienio desde comienzos de la década de 1980, en plena crisis de la deuda externa; y la inversión, que ya cayó cada año desde 2014, lo haría nuevamente durante 2017, algo inédito desde que se publican las cuentas nacionales.

Crecer poco importa, porque si bien algunos puntos porcentuales de actividad pueden ser irrelevantes en lo inmediato, cuando se acumulan en el tiempo generan diferencias significativas en el PIB per cápita. Por ejemplo, si Chile continuara creciendo cada año al 1,8% promedio de 2014-17, en dos décadas alcanzaría un PIB per cápita de US$ 27 mil, como el de Portugal; pero si crece al 5,3% promedio de 2010-13, llegaría a los US$ 53 mil que tiene Estados Unidos. Obviamente, los efectos en la calidad de vida en cada caso son muy distintos, tanto por su impacto en las oportunidades para las personas, como por los recursos que generan al Estado para su política social.

Hay varias causas posibles para esta desaceleración reciente: convergencia, ciclo externo adverso y problemas domésticos, asociados a una reducción de la capacidad productiva y/o a un mal clima de negocios. Este diagnóstico importa, porque las implicancias de política son muy distintas en cada caso.

Al revisar la evidencia, se concluye que el factor principal es local y endógeno: un ambiente incierto que llevó a postergar generalizada y persistentemente inversiones. Primero, dado el nivel de desarrollo de Chile, y a la luz de la evidencia internacional, nuestro país debería crecer sobre 4% al menos durante 15 años más. Segundo, la hipótesis del ciclo externo adverso omite que, durante los últimos cuatro años, las condiciones internacionales han sido favorables en el contexto histórico. Además, recientemente estas incluso han mejorado, pero Chile se expandirá este año a la menor la tasa del cuatrienio. Los hechos muestran que, al compararnos con las distintas clasificaciones de países que publica el FMI, el mensaje es uno: durante los últimos cuatro años Chile se desaceleró significativamente más que el resto.

Con todo, el daño mayor del complaciente discurso oficial, que asocia la desaceleración con factores incontrolables, es generar la equivocada idea de que el destino económico del país no nos pertenece. Las experiencias exitosas durante el siglo XX, y la propia más reciente, muestran que ello no es así. Chile se estancó recientemente porque ha hecho las cosas mal, pero volverá a crecer con fuerza si las hace bien.