- Las recientes cifras entregadas con algunas horas de diferencia por el Instituto Nacional de Estadísticas (V Encuesta de Presupuestos Familiares) y el Ministerio de Planificación (Encuesta C ASEN) permiten concluir que los hogares chilenos han experimentado en la última década un crecimiento histórico en sus ingresos. Estos aumentos también han alcanzado a los hogares más pobres, los que, según la encuesta CASEN, han visto incrementados sus ingresos autónomos a una tasa anual de 4,6% entre 1 9 8 7 y 1998. El estudio del INE, a diferencia de la CASEN que es de carácter nacional, se concentra en el Gran Santiago y muestra que los hogares de menores ingresos han visto crecer sus ingresos a una tasa anual de 10,7% entre 1987-88 y 1996-7.
- El estudio del INE, por otra parte, permite verificar que el aumento en el consumo de los hogares más pobres ha aumentado también a tasas muy elevadas pero por debajo del crecimiento del ingreso. Algo que tiende a repetirse en todos los estratos de ingresos. Con ello se echa por tierra, en nuestra opinión, la ¡dea de que los hogares chilenos están sufriendo de un consumismo exacerbado. Más bien muestran una prudencia admirable.
- Las cifras de distribución del ingreso, por otra parte, muestran, según la encuesta CASEN , un estancamiento a nivel nacional al verificarse un deterioro marginal en la distribución de los ingresos autónomos en 1 99 8 respecto de 1990. Esto no hace más que revelar lo que sabíamos hace mucho tiempo: cambiar la distribución del ingreso no es una tarea fácil.
- El estudio del IN E, por otra parte, muestra que en el Gran Santiago ha habido una reducción importante en la desigualdad de ingresos, algo que también corroboran otros antecedentes. La evolución de la distribución del ingreso en el Gran Santiago muestra la forma en que la inversión en capital humano cierra las brechas de ingreso entre ricos y pobres y permite ser optimista respecto de la evolución futura de la distribución del ingreso en Chile.
- En una perspectiva de más largo plazo se llama la atención sobre el hecho de que lo verdaderamente impactante de la distribución del ingreso en Chile es la proporción relativamente menor del ingreso nacional que queda en manos de los grupos medios de la población. Se sugiere que ello es compatible con los bajos retornos relativos de la educación media que además han venido cayendo desde mediados de los 80s. En este contexto nos sorprende lo poco que gasta Chile, en términos comparados, en su educación media. En términos relativos, algo así como la mitad de lo que gastan países más desarrollados.